Se casó con su prima Mary Nisbet en 1751; de esta unión tuvo una cuantiosa descendencia, por lo que vivió durante mucho tiempo atribulado por las deudas, aunque los cargos que le fueron concedidos terminaron por disiparlas y gozó al fin de la estabilidad económica.
Dos de sus hijos fueron el general James Robertson y el teniente coronel David Robertson MacDonald (1761-1845), este último personaje destacado en la historia de Ceilán.
Su obra más destacada es, quizás, su Historia de Escocia que publicó por primera vez en 1759, a la que se le reprocha ser algo contraria a María Estuardo.
En su celebérrima Historia de Escocia narra los sucesos habidos en ella entre 1542 y 1603.
El reverendo Robertson también contribuyó, no siempre con fortuna (recibió las críticas del jesuita mexicano Francisco Javier Clavijero), a la historia de España y Hispanoamérica con una biografía de Carlos V y su inacabada Historia de América (1777), cuyos volúmenes IX y X publicó póstumos uno de sus hijos (Londres, 1796); aunque la obra fue prohibida en España, la Real Academia de la Historia le hizo socio.