Entre los productos más destacados de este movimiento se encuentran los logros en filosofía, economía, geología, ingeniería y sociología.
Algunas de las principales figuras de la Ilustración escocesa fueron el filósofo Francis Hutcheson, el filósofo David Hume, los economistas Adam Smith y James Mill, el filósofo Thomas Reid, el antropólogo Lord Kames, Adam Ferguson, John Playfair, el químico Joseph Black, el geólogo James Hutton, el ingeniero James Watt y el lingüista Lord Monboddo.
A consecuencia de la misma, los escoceses se vieron desplazados políticamente (lo cual conduciría al desarrollo del nacionalismo escocés), pero fueron forzados a abandonar sus actitudes aislacionistas (surgidas de su continua oposición al Reino de Inglaterra), y a abrirse al mundo.
Establecida la Unión, las pretensiones inglesas parecían garantizadas, y Escocia, agotada económicamente tras una serie de enfrentamientos con Inglaterra que hundían sus raíces en la expulsión de la Casa Estuardo del trono inglés, supo aprovechar el impulso del libre comercio con los territorios del Imperio Británico para recuperarse económicamente de manera espectacular.
Buena parte del núcleo central del método científico (la naturaleza del conocimiento, prueba, experiencia y causalidad) y algunas de las modernas actitudes en lo que se refiere a la relación entre ciencia y religión fueron desarrolladas por el filósofo más famoso de la Ilustración escocesa, David Hume.
[6] Los pensadores escoceses desarrollaron lo que Hume llamó ciencia del hombre,[7] esto es, la antropología, que fue desarrollada por intelectuales como Lord Monboddo, Adam Ferguson, John Millar, Lord Kames y William Robertson, todos los cuales abordaron el estudio científico de cómo los seres humanos se habían comportado en las culturas antiguas y primitivas, y cuáles habían sido los cambios que habían llevado al progreso y a la actualidad.
La mejora en la capacidad de producción industrial vino acompañada por los estudios empíricos de diversos terratenientes escoceses, que pretendieron mejorar la productividad agrícola introduciendo técnicas tales como el sistema Norfolk o la rotación de cultivos, estudiando las plantas que mejor se adaptaban al medio escocés y comenzando la mecanización del campo.
Aunque la Ilustración escocesa concluyó formalmente a finales del siglo XVIII, dejó en Escocia un profundo poso cultural que justifica la desproporcionaba cantidad de científicos e ingenieros escoceses que destacaron en la ciencia y las letras británicas de los siglos XVIII y XIX, teniéndose a James Hutton, James Watt, William Murdoch, James Clerk Maxwell, Lord Kelvin, William Rankine, Alexander Graham Bell y sir Walter Scott, entre otros.