William James Sidis
Nunca se le realizó una prueba seria para evaluar su cociente intelectual en vida; sin embargo, diversas fuentes científicas, tanto modernas como contemporáneas que siguieron su vida, lo consideran la persona más inteligente de toda la historia, con un IQ aproximado de entre 250 y 300.Boris era políglota y su hijo William heredó esta aptitud, que demostró a edad temprana.Su padre aplicó sus propios conocimientos de psicología en su hijo para potenciar una alta capacidad intelectual.Su caso alimentó la creencia según la cual los niños prodigios fracasan durante la edad adulta y que la educación acelerada podría ser perjudicial.[7] En 1919, poco después de dejar la facultad de derecho, Sidis fue arrestado por encabezar una marcha socialista realizada en Boston, reivindicando el Día del Trabajador; la marcha finalmente acabó en disturbios.Los diarios criticaban la manera en la que Boris Sidis había criado a su hijo.La mayoría de los educadores de la época pensaban que las escuelas debían exponer a los niños a experiencias comunes para crear buenos ciudadanos, y la mayoría de los psicólogos creían que la inteligencia era hereditaria, una posición que se oponía a la educación temprana en casa.[cita requerida] La dificultad con la que Sidis y otros estudiantes jóvenes altamente dotados se encontraron fue una estructura universitaria con una rígida opinión en contra de dejarlos avanzar rápidamente a la educación superior.[11] Su padre, Boris Sidis, descartó en una ocasión las pruebas de inteligencia como algo «tonto, pedante, absurdo y groseramente engañoso».[12] La vida y el trabajo de Sidis, y sobre todo sus ideas sobre los nativos norteamericanos, se analizan en el libro de Robert M. Pirsig titulado Lila: An Inquiry into Morals (Lila: Una investigación sobre la moral) (1991).