Cuando joven William Grey Walter estaba muy influenciado por la obra del famoso fisiólogo ruso Ivan Pavlov.
Se apodó la tortuga gracias a su caparazón de plástico que le daba dicha apariencia.
Con esto Walter descubrió algo muy importante: la luz estroboscópica no sólo afectaba a la zona del cerebro responsable de la visión, sino que al igual que los sonidos binaurales, también alteraba los ritmos cerebrales y por consiguiente la actividad cerebral de todo el córtex.
Además de importantes contribuciones a la neurofisiología clínica Grey formó parte del grupo de científicos que junto con el grupo dirigido por Norbert Wiener en los Estados Unidos fundaron la cibernética y la robótica moderna.
Gracias a tortugas como estas, hoy día se pueden conocer robots como SAMSA II, por ejemplo.