Waldo Santos

[1]​ Se dedicó la abogacía y fue un experto en cante jondo.

En Zamora era muy familiar la estampa de este poeta, ataviado con capa, boina, un clavel rojo y un bastón en la mano.

Su siguiente publicación reunió tres títulos: Palabra derramada.

[3]​ En la década de los 80 Santos publicó Sangre colgada a garfios (1986), que recoge así mismo otros cuatro títulos (Con la sed bocarriba, Imposible alondra, Desde la sangre al rojo y Sufridlo en esperanza) y Alaciar de la luz estremecida (1988).

[4]​ En el año de su centenario se han publicado en un volumen dos libros suyos inéditos: Mariposas desaladas / Crepúsculo, en edición de Miguel Casaseca, así como una recopilación titulada Antología poética.