Vio pasar el final de los pueblos originarios fueguinos, que para entonces contaban con unos pocos individuos sobrevivientes del genocidio selknam, el mestizaje y las enfermedades importadas por los blancos.
De su madre, Magdalena Saenes, no recordaba nada ya que había sucumbido a las enfermedades traídas por los occidentales, cuando ella tenía solamente 4 años.
En esa misma década fue hallada y reconocida como una de las últimas selknam existentes.
Virginia Choquintel recuerda "Nosotros teníamos que saber cantar el Himno Nacional de Chile y el Argentino, en la Misión.
Las chicas del María Auxiliadora íbamos a la Escuela Nº2 porque no habían todavía maestras.
La ceguera, y posterior muerte de su esposo Nino fue un golpe devastador para Virginia.
Murió un 2 de junio en su casa y fue enterrada junto a su esposo.