Allí trabó estrecha amistad con Fabio Chigi, futuro papa Alejandro VII.
En contacto con los círculos culturales sieneses, en 1622 publicó su primera obra, el Discorsi sopra Cornelio Tacito dedicado al gran duque de Toscana.
La misión resultó infructuosa, dadas las elevadas pretensiones inglesas y las dificultades económicas por las que atravesaba España, y Malvezzi fue enviado a Flandes como consejero de Fernando de Austria.
Con la primera, Il Rómulo, con dos versiones castellanas: la citada de Quevedo y la que el mismo año 1632 publicó en Milán Teodoro del Aula, se proponía iniciar una serie de biografías dedicadas a los reyes de Roma, serie que solo tuvo continuidad con Il Tarquinio Superbo (Bolonia, 1632), que tuvo varias traducciones al castellano y considerable éxito.
Solo de vuelta en Bolonia encontró la paz necesaria para volver al género biográfico que tanta fama le había proporcionado, tomando ahora como modelo no a Tito Livio sino a Plutarco para componer las Considerazioni con occasione d'alcuni luoghi delle vite d'Alcibiade e di Coriolano, o simplemente Il Coriolano (Bolonia, 1648), traducido al castellano por Gregorio de Tapia y Salcedo (Madrid, 1668), que el propio Malvezzi proclamó como su obra predilecta.