Es una de las Vírgenes con el Niño Jesús y san Juanito, en un paisaje abierto, realizadas por Rafael en sus años florentinos.
La escena de la Virgen con Niño acompañados por san Juanito fue muy frecuente en la pintura italiana del siglo XV.
La tipología de Virgen que desarrolló Rafael en estos cuadros tuvo posteriormente mucho éxito.
El pequeño san Juan se arrodilla, sosteniendo el bastón crucífero; el Niño, de pie, lo coge.
Otros rasgos típicamente leonardescos son la cara de la Virgen, el esfumado que se aprecia, por ejemplo, en la espalda del Niño Jesús, y el paisaje del fondo, de tonos azulados y brumosos.