[4] La reina puede llegar a medir hasta 3,2 cm,[5] y alcanzar un año de vida.
Cuando nacen las primeras obreras, ellas se hacen cargo del mantenimiento y funcionamiento de la colonia.
La obrera es la clase más pequeña de Vespa velutina, con un tamaño que no suele superar los 2,5 cm.
Mediante la observación, se llega a la conclusión de que esta especie prefiere los robles, álamos y acacias pero evitan las coníferas.
Durante el invierno, cualquier área pequeña y bien aislada (natural o artificial) puede ser inspeccionada para detectar la presencia de reinas fértiles que hibernen.
Garajes, cobertizos, bajo cubiertas, aleros de ventanas, cornisas, incluso agujeros, viviendas no habitadas, en paredes o el suelo.
Su mayor tamaño le permite capturar una abeja en vuelo y matarla, para conservar solamente el tórax, que llevará hasta la colonia para alimentar a sus larvas.
La avispa adulta se alimenta de néctar de flores y otras sustancias dulces, como fruta madura (manzanas, ciruelas, uvas, etc.), al igual que las avispas europeas nativas, pero en mayor cantidad, pudiendo dañar huertos.
No es raro que frecuenten lugares como viñedos o plantaciones de frutales.
Aves como la urraca, y también las gallinas, podrían ser depredadores de la avispa asiática.
Las abejas europeas empiezan a desarrollar la misma estrategia de defensa que sus homólogas asiáticas.
Su defensa en la colmena consiste en cubrir a una avispa atacante provocando su muerte por hipoxia al cabo de algunos minutos.
Según los datos recopilados en Europa, la avispa asiática no representa más peligro que su homólogo europeo, pero debido a su tamaño, las picaduras causan más dolor, ya que es capaz de inocular mayor cantidad de veneno.
[9] Los casos de ataque conocidos han ocurrido casi siempre en la proximidad del nido.
Sus colores rojos y amarillos contrastan con el espectro más oscuro de Vespa velutina.
Su ventaja estriba en que no atrae a otros insectos: es específico para las avispas asiáticas.
Sin embargo, se ha vuelto común en País Vasco, Navarra, Cantabria, Asturias, Galicia, Cataluña y Aragón.
[22] Algunos apicultores y políticos asturianos han criticado tanto el «caso omiso en los primeros años» como los «medios de eliminación insuficientes» del Principado.
[23] Añaden que la "dejadez del gobierno autonómico" [24] está suponiendo a su rápida expansión en dirección sur.