Hacia 1182, Urraca se convirtió en amante del rey Fernando II y después de la defunción de la segunda esposa del rey, Teresa Fernández de Traba, ella y sus hermanos recibieron varias mercedes del monarca leonés.Para lograr su propósito, sostuvo que el nacimiento del infante Alfonso era ilegítimo ya que el matrimonio de sus padres había sido anulado debido a los lazos de sangre existentes entre ambos cónyuges.El rey Fernando desterró entonces a su hijo primogénito, lo que supuso un triunfo para su madrastra, que se esforzó en que su hijo Sancho heredase el trono a la muerte de su padre, aunque dicha pretensión obtuvo pocos apoyos, incluso entre sus parientes, debido a la corta edad del infante.[6] Urraca también se enfrentó a los Traba que defendían los derechos del infante Alfonso, que se había criado con ellos, así como con los Lara, hijos de Teresa Fernández de Traba, la segunda esposa del rey Fernando.[7] Después de haber muerto el conde, Urraca con estas propiedades, más otras adquiridas o que le fueron donadas, dotó y fundó en 1222 el monasterio de Santa María la Real de Vileña, que fue incorporado a la Orden del Císter, donde tomó los hábitos y se retiró.