La USA fue excluyendo de su dirección, utilizando argumentos diversos, a los dirigentes socialistas y comunistas, organizándose como una central casi exclusivamente sindicalista revolucionaria, con algunos miembros anarcosindicalistas, rechazando abiertamente la acción política y el comunismo soviético.
De todos modos socialistas y comunistas actuaron en la USA aunque rechazando su orientación.
La movilización sindical contó paradójicamente con el apoyo de la ultraderechista organización patronal, la Asociación Nacional del Trabajo, quien convocó a los empresarios a apoyar las huelgas convocadas por la USA, cerrando los locales de trabajo.
Patrones y sindicatos lograron finalmente evitar la sanción de la ley.
Esta última, en 1937 se disolvió para recrear la Unión Sindical Argentina, siendo su secretario general Fortunato Marinelli.