Sindicalismo revolucionario

En sentido amplio, suelen denominarse sindicalismo revolucionario aquellas corrientes sindicales radicalizadas que se oponen al parlamentarismo democrático y, en algunos casos, a la sujeción de los trabajadores y su lucha a un partido político.

La Confederación General del Trabajo (CGT) francesa, creada en 1895, evoluciona gradualmente hacia las posiciones sindicalistas revolucionarias que finalmente se imponen en el Congreso de Amiéns de 1906, donde se redacta la Carta de Amiens documento clave y fundacional del sindicalismo revolucionario redactado por Victor Griffuelhes, donde se establece una estricta distinción entre el sindicato y la ideología política.

El principal teórico de sindicalismo revolucionario en Francia fue Georges Sorel (1847 - 1922), quien desarrolló sus ideas fundamentalmente en su conocido libro Reflexiones sobre la violencia (1908).

[2]​ En ese primer grupo se destacaron Gabriela Coni, Julio Arraga, Bartolomé Bossio, Aquiles Lorenzo, Emilio Troise, Luis Bernard, Ernesto Piot, Lucas Tortorelli, Juan Cuomo, Luis Lotito.

[3]​ La FORA del IX Congreso, bajo hegemonía sindicalista revolucionaria, comenzó a actuar en momentos que en Argentina se establecían los primeros gobiernos democráticos.

[7]​ Unos pocos dirigentes mantuvieron el sindicalismo revolucionario como corriente autónoma fuera del peronismo, desapareciendo en la década de 1960.

Sostienen entonces que es el sindicato y no el partido la verdadera organización de la clase obrera.

En algunos países el anarcosindicalismo se inspiró en el sindicalismo revolucionario, y con el tiempo se identificaron, a tal punto de que en muchos lugares, en la actualidad, el término sindicalismo revolucionario es casi un sinónimo de anarcosindicalismo.

Por ejemplo en Estados Unidos, Industrial Workers of the World, conocida popularmente como los Wobblies, creada en 1905, se desarrolló un sindicalismo revolucionario muy cercano al anarcosindicalismo —siendo sus integrantes hasta hoy en gran parte anarquistas— oponiéndose tanto a la legislación obrera como a los contratos colectivos de trabajo que impulsaba la American Federation of Labour.

Debido a la fuerte influencia del sindicalismo revolucionario en Argentina, no se limitó al peronismo, sino que no tardaron en aparecer los sindicatos revolucionarios asociados a organizaciones guevaristas.