Un destino de mujer

Se encarga de llevarla a su destino un pintor de vallas, amigo de la familia, que se emborracha durante el camino lo que propicia un accidente.

Katie llega a la capital sin dinero y tiene que tomar un empleo circunstancial en casa de la señora Morley, cuyo hijo, Glen, es un congresista.

Poco a poco, Katie se va ganando el afecto de todos y la animan a tomar partido en la lucha política.

Vence a su oponente y su campaña va de manera inmejorable.

Pero surge un problema, ya que aparece el pintor dispuesto a contar su viaje con Katie.