Ulpiano Checa se instaló en la casa de Ballester, quien pagó todos sus estudios, siendo su protector y mecenas.
Tras finalizar sus estudios, solicitó la pensión de mérito para la Academia en Roma, pero ésta recayó sobre Mariano Benlliure.
Checa fijó su mirada en París, que por aquellos años ya se había situado como el epicentro cultural europeo.
En 1889 se estableció en la capital francesa y participó en la Exposición universal de este año con el lienzo En la iglesia, que fue premiado con la tercera medalla.
Checa cambió su residencia definitivamente y vivió entre París y Bagnères de Bigorre, localidad situada en los Altos Pirineos donde la familia Chayé, muy apreciada dentro de la comunidad, tenía una residencia.
En los Campos Elíseos presentó su célebre Carrera de carros romanos y consiguió la tercera medalla.
Un año después, el gobierno español le condecoró con la Orden de Carlos III.
También a otros salones franceses de menor repercusión, como Lyon, Montecarlo, Rouen, Angers o Burdeos.
En 1895, realizó su primera exposición individual en Georges Petit, donde presentó, con éxito, cerca de sesenta obras.
Realizó este viaje para atender asuntos económicos de su mujer, pero, tras conocer el importante mercado artístico que allí se estaba desarrollando, prolongó su estancia varios meses.
En Montevideo conoció a Juan Zorrilla de San Martín, quien le propuso ilustrar su libro Tabaré, que vería la luz en 1904.
En 1905 viajó por Italia, donde pintó un gran número de obras, y un año después regresó a Buenos Aires para realizar el retrato del recién fallecido General Mitre.
Además de documentarse para sus pinturas orientalistas, realizó obra y participó en diferentes exposiciones colectivas.
De sus pinceles salieron galopando hunos, bárbaros, pompeyanos, aurigas, franceses, árabes o reyes.