Es importante que los tubos sean de grosor uniforme y estén equilibrados para asegurar que el tubo de RMN rota a una velocidad normal (es decir, que no fluctúe), por lo general giran en el espectrómetro de RMN a unos 20 Hz.
Dos especificaciones habituales para los tubos de RMN son la concentricidad y la comba.
La concentricidad se refiere a la variación en los centros radiales, medido en las paredes interiores y exteriores.
Se desea mantener un menor volumen del correspondiente disolvente para conseguir una mayor concentración de la muestra.
Una vez que las burbujas de aire han sido expulsadas, el émbolo se asegura al tubo propiamente dicho con parafina.
Idealmente, los tubos se hacen coincidir con el disolvente deuterado utilizado para tener una mejor resolución del espectro.
Deben ser limpiados antes de que la muestra se haya secado.
La limpieza se realiza generalmente mediante lavado con el mismo solvente (no deuterado) usado para disolver la muestra inicial.
El diclorometano o la acetona son buenas opciones porque el diclorometano es similar en polaridad al cloroformo, un disolvente común usado en RMN, mientras que la acetona disuelve muchos compuestos orgánicos.