Tratado de La Haya (1641)

En la práctica la tregua, que originalmente estaba pactada para todos los territorios de ambos imperios, quedó limitada al continente europeo: las hostilidades seguirían en las colonias neerlandesas y portuguesas hasta el final de la guerra.

En 1580 Portugal fue regida por la Casa de Austria junto con los demás reinos hispánicos, en una unión dinástica aeque principaliter,,[1]​ por la que compartían el mismo soberano.

Los intereses económicos de las Provincias Unidas llevaron a la flota holandesa a emprender expediciones comerciales con un fuerte componente militar en las colonias portuguesas en todo el mundo, en una sucesión de enfrentamientos que se daría en llamar la guerra luso-holandesa.

Juan IV de Portugal, recién ascendido al trono, envió embajadores a Francia, Inglaterra y las Provincias Unidas, buscando formar alianzas con estos países en su lucha contra España.

Los principales puntos del tratado fueron:[2]​ Portugal intentaría la restitución de todas la plazas tomadas por los holandeses en la costa del Brasil, alegando que la entrada de Portugal en la guerra contra las Provincias Unidas había sido provocada por la extensión del conflicto de éstas con España, y no por culpa portuguesa.