Transmodernidad es un concepto puesto en circulación por primera vez por la filósofa española Rosa María Rodríguez Magda en 1989 en su libro La sonrisa de Saturno,[1] luego desarrollado en El modelo Frankenstein,[2] y concretando su teorización en Transmodernidad.
Globalización económica, política, informática, social, cultural, ecológica..., donde todo está interconectado, configurando un magma fluctuante, difuso, pero inexpugnablemente totalizador.
Es necesario, por tanto, contemplar la configuración del presente con sus modificaciones a partir de un nuevo paradigma.
El filósofo argentino Enrique Dussel, en su libro Postmodernidad, transmodernidad (1999) lo sitúa en el contexto de la Filosofía de la Liberación y la indagación sobre la identidad latinoamericana, entendiendo por teorías transmodernas aquellas que, procedentes del tercer mundo, reclaman un lugar propio frente a la modernidad occidental, incorporando la mirada del otro postcolonial subalterno.
En este mismo sentido de diálogo entre culturas lo han utilizado también Ziauddin Sardar, Etienne Le Roy o Christoph Eberhard.
Un tercer ámbito donde se ha pretendido desarrollar una cierta teorización al respecto es el de la arquitectura.
El espacio social pasa a ser el mundo, en forma de aldea global, gracias a la interconexión permanente en red con otras personas de ubicaciones geográficas tanto lejanas como cercanas, buscando seguir, por un lado, la premisa de la glocalización "piensa globalmente y actúa localmente", y por otro, actuando globalmente al coordinar las acciones locales mediante la comunicación tecnológica.
[13] El conocimiento y la comunicación son los recursos productivos estratégicos para los transmodernos, en la medida en que les permite satisfacer sus necesidades tanto materiales como inmateriales.
Mientras que las ocupaciones socialmente más prestigiosas son la de mediador intercultural o social, activista y community manager; siendo las principales formas de pago las monedas sociales o monedas locales emitidas por algún colectivo sin respaldo estatal y que se acepta como medio de pago en una determinada comunidad y las monedas virtuales.
[15] La Transmodernidad no se encierra en el "pesimismo totalizante" de la posmodernidad, al contrario, reconoce los logros y avances del paradigma moderno, recupera los aportes transmodernos y rescata saberes ancestrales.
Este grito de "Viva Perón", a través del cual todos los oprimidos se identificarían, disuelve todas las demandas particulares, privilegiando un movimiento que hegemoniza el movimiento peronista contra el enemigo común.
Partiendo de esta cosmología "otra", los Zapatistas, con su marxismo tojolabaleño, comienzan la Otra Campaña desde el retaguardismo que va preguntando y escuchando, en luchar del vanguardismo que va predicando y convenciendo.