Trampa ecológica

[3]​ El concepto de trampa ecológica fue introducido por (Dwernychuk & Boag, 1972),[1]​ y los numerosos estudios que siguieron sugirieron que este fenómeno puede estar muy extendido debido al cambio antropogénico del medio ambiente, y sus consecuencias sobre el ecosistema.[3]​[8]​ Estudios teóricos,[9]​ y empíricos,[1]​[10]​ han demostrado que los errores cometidos al juzgar la calidad del hábitat pueden llevar a la disminución o extinción de la población.[5]​ Una revisión del estado del arte sobre la temática fue realizada por (Robertson & Hutto, 2006), que proporcionaron una pauta para la demostración práctica de trampas ecológicas, con base a la premisa de una evidencia constatable en la preferencia de una especie por un hábitat sobre otro, y que los individuos que seleccionan el hábitat preferido experimentan en consecuencia una menor supervivencia o éxito reproductivo.[5]​ Éstas pueden operar directa o indirectamente frente a las poblaciones afectadas,[4]​ pero suelen operar a través de los siguientes tipos de vectores antrópicos, según se ha clasificado:[5]​ trampas a especies nativas por introducción y competencia de especies alóctonas, trampas por espacializaciones y prácticas productivo-industriales, especialmente referidas a inserciones agrícolas y silvícolas, trampas dada la proliferación de tecnoestructuras varias, trampas relacionadas con contaminación y ecotoxicidad,[21]​[22]​ trampas por actividades de caza y pesca, y en determinados casos, trampas debido a restauraciones ecológicas deficientes.Dada la rápida tasa actual de cambio ambiental global, las trampas pueden ser mucho más comunes de lo que se cree; investigadores como (Robertson et al, 2017) afirman que "las trampas ecológicas son cada vez más comunes, y pueden colapsar rápidamente a ciertas poblaciones, y aumentar su probabilidad de extinción".