En este sentido, cuando una persona enfrenta una situación en particular, se activa el esquema relacionado con tal circunstancia.
[10] Se han identificado diversos sesgos que permiten al individuo persistir en su creencia pese a la «presencia de evidencia contradictoria»: inferencia arbitraria, abstracción selectiva, generalización excesiva, maximización y minimización, personalización y pensamiento absolutista dicotómico.
[6] En el primer componente, la persona se considera «defectuosa, inadecuada, enferma, desventajada» y lo atribuye a defectos psicológicos, morales o físicos.
Con respecto al segundo, el paciente muestra una tendencia a interpretar sus experiencias en una forma negativa.
(2008) agregan que el primer componente se centra en la visión peyorativa de la propia persona y se relaciona con sentimientos de culpa y autorreproche por los que considera defectos propios.
[14] Beck establece que tales pensamientos negativos son «automáticos», es decir, ocurren de forma espontánea «sin decisión deliberada o motivación consciente».
[1] En este sentido, Haaga, Dyck y Ernst (1991) señalan que «los resultados empíricos son altamente consistentes con la hipótesis de la tríada».
Por lo tanto, proponen reducir la tríada a una dimensión, «la visión negativa de sí mismo».
[1][16] Freeman y Davis (2012) aclaran que los elementos de la tríada podrían variar en su contribución a la depresión.