Pese a su eficacia como calmante mayor y el cambio de paradigma que supuso, algunos autores critican la aplicación del fármaco en su momento no como una revolución, sino como continuación del paradigma previo, considerando eficacia terapéutica a la tranquilidad o docilidad del enfermo (acorde con el orden en el hospital o en sociedad) y no necesariamente su bienestar individual.
Este compuesto sorprendió al ver que actuaba como tranquilizante sin producir sedación extrema, es decir, manteniendo la conciencia, lo que sugirió la idea de utilizarla con pacientes psiquiátricos.
Más adelante se objetivó su efecto calmante en los esquizofrénicos agitados y activador en los embotados.
Pertenece al llamado grupo de fármacos típicos para tratar la esquizofrenia, por lo que es un bloqueador del receptor D2 (inhibitorio) de la dopamina que predomina en neuronas del estriado ventral (como las accumbens).
También existe D2 en el estriado dorsal y en el túbulo infudibular, en los que causa efectos secundarios.