La toma de Cobija fue una acción bélica ocurrida en el marco de la Guerra entre Salaverry y Santa Cruz que tuvo lugar en el puerto boliviano de Cobija entre la expedición peruana del coronel José Quiroga y la guarnición al mando del Coronel Gaspar Aramayo.
Quiroga ordenó a sus hombres avanzar en guerrilla hacia las posiciones bolivianas ordenando no se hiciera un tiro hasta llegar a 100 pasos de las posiciones bolivianas, dirigida el ala izquierda por el sargento mayor Andrade y la derecha por el capitán Salaverry (hermano del jefe supremo) los restauradores avanzaron hasta la distancia ordenada bajo el fuego de cañón y fusil que les dirigían los defensores sosteniendo después un vivo tiroteo por espacio de dos horas en el que resultó muerto el jefe de la plaza, coronel Gaspar Aramayo, un teniente y 9 soldados quedando heridos otros 8, caído su jefe y comprendiendo la inutilidad de seguir resistiendo, la guarnición se rindió enviando al ciudadano-soldado Antonio Molina como parlamentario para comunicar la entrega de la plaza tras lo cual las baterías, el puerto y la ciudad cayeron en poder de los peruanos que tuvieron 11 muertos y 18 heridos durante la acción.
Según el historiador peruano Manuel Nemesio Vargas, vivo Aramayo no hubiera vencido Quiroga.
Luego de poner en libertad a los prisioneros bolivianos, la naves peruanas partieron de regreso a Pisco donde la división se reintegró al ejército restaurador el 6 de octubre, siendo la bandera boliviana capturada, arrastrada por orden del general Salaverry en ceremonia pública frente a sus tropas.
Tras la derrota del caudillo peruano y ocupada Lima por las tropas leales a Orbegozo dicha bandera sería desagraviada y devuelta a Bolivia como sucedería años después con los estandartes peruanos capturados en la Socabaya.