Fue alumno, también del escultor Lorenzo Ferrer, que ejercía en un taller cerca de la Rambla.
Fue un escultor costumbrista y clásico que llevó a cabo un gran número de estatuas, relieves y lápidas con un gran ritmo de trabajo.
Trabajó también en el palacio del Consejo Insular de Mallorca.
Durante la posguerra se dedicó a temas religiosos distribuidos alrededor de la isla, sobre todo, en Felanich, aunque también exportó sus obras a Menorca, Barcelona, Madrid, los Países Bajos y los Estados Unidos.
Formó parte del círculo de intelectuales mallorquines que, junto a Antonio Torrandell, se reunía cerca de la calle de los Apuntadores.