Tiara de papel maché

En esta última, ya muchos de los tesoros pontificios, como las antiguas tiaras, habían sido robadas o destruidas por los franceses, por lo que no se contaba con una tiara cuando los cardenales eligieron al sucesor de Pío VI.

Aunque Napoléon donó una tiara a Pío VII posteriormente, la cual había sido realizada a partir de las joyas y adornos de las coronas destruidas por sus tropas, esta era demasiado pequeña y pesada para su uso, y es dudoso que Pío la llegara a usar en algún momento.

[1]​ Una nueva tiara, hecha de plata, fue fabricada en 1820 para reemplazar las destruidas; pero el uso de la corona de papel maché fue continuo por varias décadas, debido a su peso ligero y confortabilidad, que la hacía una buena alternativa con respecto a las antiguas tiaras, sobre todo para papas más envejecidos.

Su último uso fue en 1845, cuando una nueva corona ligera, pero de metal, fue realizada para el papa Gregorio XVI.

Sin embargo, posteriormente se dijo que el sucesor de Gregorio, Pío IX, utilizaba ocasionalmente la tiara de papel maché durante largas ceremonias, y sobre todo cuando no podía ser visto desde corta distancia.

La tiara de papel maché, fotografiada en 2009.