Obtuvo sus primeros ingresos literarios revisando para la prensa una nueva edición de Pablo y Virginia.
Este cargo le permitió conocer a los literatos de la época: Charles Lamb, Henry Cary, Thomas de Quincey, Allan Cunningham, Bryan Procter, Serjeant Talfourd, Hartley Coleridge, el poeta campesino John Clare y otros que publicaban en la revista.
Comenzó una revista con su propio nombre, asegurándose las contribuciones de otros literatos, pero era su actividad la que principalmente la sostenía.
Sin embargo, son los poemas serios que escribió antes de morir los que hoy en día se recuerdan como sus obras maestras: Song of the Shirt (1843) y The Bridge of Sighs (1844), sencillos poemas que narraban las condiciones de vida de la época.
Su prolongada enfermedad le causó problemas económicos, paliados al recibir una pensión.