A pesar de producir anualmente miles de intoxicaciones y varias muertes[3], ha mostrado eficacia en varios ensayos clínicos fase II y III para el tratamiento del dolor asociado a cáncer.
Es soluble en agua, pero se descompone fácilmente en condiciones fuertemente ácidas o alcalinas siendo estable en un amplio rango de pH(3-8,5).
Se encuentra en la cara extracelular del canal de sodio[5] y está presente en todas la isoformas conocidas del canal; por lo tanto, la afinidad a la toxina es independiente de la isoforma.
La intoxicación se produce por la ingestión de estos tejidos sin afectar a la parte muscular del animal.
Puede acceder al cuerpo por ingestión, inyección, inhalación y a través de la piel dañada.
[4] La molécula implicada en este envenenamiento es la tetrodotoxina, neurotoxina considerada uno de los venenos más potentes del reino marino.
La depresión respiratoria es el signo clínico más destacado del efecto tóxico que produce la tetrodotoxina.
La primera acción sistémica de la tetrodotoxina es el bloqueo de la conducción nerviosa, empieza sobre nervios periféricos, y después alcanza el Sistema Nervioso Central, concretamente los centros respiratorios y vasomotor.
Esta toxina bloquea las respuestas del Sistema Nervioso Autónomo y como consecuencia puede producir una disminución de la secreción gástrica, midriasis, hipersalivación e hiperglucemia.
El tratamiento del tetradotoxismo consiste en limitar al máximo la absorción de la toxina y aliviar la sintomatología, puesto que hoy en día no existe antídoto.