Aledaño a las instalaciones existe un añoso y frondoso bosque nativo con especies endémicas y al que se le han introducido algunas especies exóticas.El lugar es paso obligado para acceder a la reserva nacional Río de Los Cipreses.Existen documentos y crónicas con más de cuatrocientos años donde se relatan viajes de sanación a este complejo termal, provenientes desde todo el país.Poco después, el viajero y filántropo inglés Peter Schmidtmeyer pasó por las termas; en su libro Viaje a Chile a través de Los Andes dice que había "seis convenientes baños, cuya temperatura en la escala de Farenheit's es de 83°, 103°, 106º, 112º, 117º y 118°.[3] El hotel lo compró en 1980 por el chef suizo René Acklin, que lo reparó y convirtió el lugar en un centro turístico.