El matrimonio diplomático de Antíoco tuvo como consecuencia inmediata arrojar al país a una nueva guerra, más desastrosa todavía que las precedentes.
A su muerte, fue proclamado rey Seleuco II, su hijo con Laódice, mientras que eran asesinados Berenice y su hijo, aunque no antes de que hubieran pedido ayuda a Ptolomeo III.
Ptolomeo III se apresuró a enviar una flota, que ocupó Seleucia y Antioquía.
Luego, el ejército egipcio invadió Cilicia, para evitar que Seleuco dominara Asia Menor.
Ptolomeo se presentó personalmente en Siria, logrando el dominio desde el sur del Tauro hasta el Éufrates.