Desde la Antigüedad clásica se pensaba que la música puede inspirar emociones y ciertas características musicales podían impulsar diferentes pasiones.
Estas características mencionadas por los autores las usan los compositores para mover al oyente a un determinado afecto.
Ejemplos de la actividad son el tempo rápido, los patrones rítmicos ascendentes, intervalos amplios, dinámicas fuertes...
Las características musicales que mueven los efectos creando actividad, inactividad, placer o sufrimiento son dadas por una mezcla de otras características diferentes, las cuales producen un afecto diferente o el opuesto a este.
Los músicos de comienzos del XVIII no pensaban que una determinada aria o pasaje musical solo llegaría a despertar una emoción en el espectador.
Muchos ejemplos musicales no se relacionan directamente con ciertos efectos, sino con imágenes o conceptos que lleven a esas emociones.
Por esto, muchos de los consejos que se dan en los tratados son escritos para los intérpretes.