Teoría de los actos de habla

Su formulación original se debe a John Langshaw Austin en su obra póstuma Cómo hacer cosas con palabras (1962), que prosiguió en la obra de su discípulo John Searle en su libro Actos de habla (1969).

Sin embargo Austin afirma que no todo enunciado es verdadero o falso.

Desgraciadamente, estos asociados pudieron ver cómo el movimiento quedaba abortado en 1933 por la conquista de Austria por Adolf Hitler.

Ellos hacen, pues, una división tripartita: los enunciados pueden ser verdaderos, falsos o sin sentido: Lo que no es ni verdadero ni falso, carece de sentido.

No comparten la cruda condición que los verificacionistas imponen a los enunciados.

Austin analiza un uso del lenguaje concreto y habitual, pero no descriptivo.

Por ejemplo: Sin embargo, es necesario que se den las circunstancias apropiadas, no basta con proferir la frase.

Por varias circunstancias, que son la dimensión de su carácter afortunado o desafortunado.

Infortunios son las diversas maneras en que una emisión realizativa puede ser insatisfactoria.

Los infortunios que afectan a Α o Β son por un fallo.

El acto es logrado, aunque sea un abuso del procedimiento y se llaman actos procesales pero huecos.

A las rupturas de la regla Α se les llama malas invocaciones.

Por ejemplo, si emitimos el enunciado "todos los hijos de Alberto están durmiendo", pero resulta que Alberto no tiene hijos, el enunciado no es falso, es desafortunado, puesto que falla una presuposición.