Ubicado en la colina Velia, entre el borde oriental del Foro Romano y el Coliseo, fue dedicado a las diosas Venus Felix ("Venus la que trae buena fortuna") y Roma Aeterna ("Roma eterna").
Fue inaugurado oficialmente por Adriano catorce años más tarde, en 135, pero no fue terminado totalmente hasta el año 141 por Antonino Pío.
Esto provocó la ira del emperador, que lo mandó exiliar y luego ejecutar poco después.
Como ocurrió con otros majestuosos edificios de la Roma clásica, el templo fue más tarde objetivo por sus ricos materiales.
Un claustro vecino construido en el siglo XII recubre una parte de las ruinas del templo antiguo.
[10] El templo sufrió grandes destrucciones en la Edad Media: los mármoles fueron recuperados o transformados en los hornos de cal.
Actualmente sólo quedan unas pocas columnas en su posición original, mientras que otras han desaparecido y reemplazadas por arbustos de boj.
Desde el papado de Juan Pablo II, las alturas del templo y su posición frente a la principal entrada al Coliseo se han usado para causar un buen efecto como una plataforma para dirigirse al público.
Esto puede verse en la fotografía inferior, donde un dosel rojo se erigió para proteger al papa así como una cruz iluminada, con ocasión de la ceremonia del Viernes Santo.
Francesca Romana; y la otra, la de Venus, al este hacia el Coliseo.
Descansando sobre las columnas hay un doble entablamento que se extiende hacia atrás hasta la exedra, con una semi-cúpula de casetones sobre la estatua sedente.
Las paredes detrás de las naves laterales llevan insertas pequeñas columnas que se alzan a alguna distancia sobre el suelo sobre un plinto.
Pequeñas estatuas situadas en hornacinas entre estas columnas puntúan las paredes, los huecos rematados alternando frontones triangulares y arqueados.