La Liga Católica ante esta situación decidió que nadie que no fuera católico podría ascender al trono y, si se diera este caso, los franceses deberían rebelarse contra el rey legítimo.
Este mantendrá una política de conciliación para con la familia Guisa, otorgándole a sus miembros cargos y grandes cantidades de dinero para enfriar sus ánimos y la hostilidad hacia su persona.
De este modo para unir a hugonotes y católicos el nuevo monarca decidió buscar un enemigo exterior en 1595, España.
Esta guerra le sirvió en realidad para unir los frentes políticos de Francia.
En 1601 logrará firmar la paz con el Ducado de Saboya, que mantuvo la guerra unos años más.