Susan Moller Okin

Su madre, neerlandesa, fue ama de casa a tiempo completo, como era la norma general en aquellos tiempos, mientras que su padre, de origen danés, trabajaba como contable en Holeproof Woolen Mills para mantener a la familia.

[5]​ Su interés estaba centrado en la teoría de la realidad y, en este aspecto, su afirmación intelectual clave era que las cuestiones de género debían ser centrales y no, como en general había sido el caso, periféricas a la teoría política.

Se basa en la idea funcionalista de la mujer en tanto como instrumento reproductor y cuidadora del hogar.

Afirma que los defensores de los derechos de grupo no aprecian las diferencias que existen entre sus miembros y, ligado a esto, no ponen ninguna atención a la esfera privada.

Por ello, en primer lugar, y analizando las obras de Hesíodo, Los trabajos y los días y en Teogonía, se puede ver como se considera a la mujer como una fuente de mal, un castigo eterno para los hombres, aunque también, un mal necesario que puede llegar a ser útil para realizar las tareas del hogar.

La autora también encuentra esta idea funcionalista de la mujer en las épicas homéricas, donde, en La Ilíada, las mujeres generalmente provocan celos y sentimientos bélicos, o son parte del botín de guerra, junto a animales y esclavos.

En La República, Platón anuncia un Estado ideal, en el que se abolirán tanto la propiedad privada como los intereses individuales.

Por ejemplo en este caso, las mujeres son dadas en matrimonio en un traspaso de propiedad entre padre y marido, no podrán poseer bienes privados y por ello no tendrán derechos a ser herederas de los bienes familiares.

En un primer momento, se cuestiona las tradiciones y costumbres de la época y se logra, aunque sea únicamente para la clase de los guardianes, colocar a la mujer en un lugar similar al del hombre.

Por ello, las objeciones de Platón quedan relegados a intenciones, sin que se pueda ver una aplicación práctica.

Básicamente, examina cómo se ignora a las mujeres en la filosofía política contemporánea, el género en la igualdad y la injusticia dentro de la familia.

Señala que no es suficiente el uso de un lenguaje neutral al género en la filosofía.

Este hecho implica invisibilizar todos aquello que obstaculiza la inclusión de las mujeres.

Este hecho es el que lleva a la autora a afirmar que una distribución equitativa de las tareas y responsabilidades familiares en el hogar es la gran revolución pendiente de la sociedad.

También hace hincapié en como el concepto tradicional de familia ha cambiado, dando paso a nuevas unidades familiares.

Susan Moller Okin argumenta que las minorías no deben recibir apoyo especial de sus gobierno si, al hacerlo, pueden perpetuar prácticas dañinas tales como el matrimonio infantil o la circuncisión femenina.

Sostiene que se debe alentar a las mujeres de culturas minoritarias a asimilarse, es decir, perder su identidad cultural heredada para que se ajuste más fácilmente a la sociedad liberal más amplia en la que el estado al menos protege la igualdad de derechos humanos de todos.

Además, sostiene que una gran cantidad de normas y prácticas culturales son discriminatorias por sexo.

Okin cita la poligamia, el matrimonio forzado, la mutilación genital femenina, castigar a las mujeres por ser violadas y el acceso diferencial de mujeres y hombres a la educación y la atención médica como prácticas que violan los derechos de las mujeres en muchas partes del mundo; y sostiene que, para muchas mujeres de origen no occidental, vivir en una cultura liberal protegería mejor sus derechos humanos.