Suelo pegajoso

[1]​[2]​ Este concepto fue desarrollado por Catherine White Berheide en 1992 para explicar el fenómeno que afecta a las mujeres contrapuesto al techo de cristal.

Este lema se hace eco de los factores que describen la baja calidad del empleo femenino, así como el mayor índice de rotación laboral que afecta a las peor situadas.

[6]​ La persistencia de los estereotipos de género, pese a la transformación del mundo del trabajo, mantiene separados a hombres y mujeres en espacios paralelos, que asignan mejor remuneración y estatus en función de la pertenencia a los escalones más altos de la economía productiva y castigan a las responsabilizadas del ámbito doméstico.

Las mujeres se incorporan al mercado productivo sin abandonar la máxima responsabilidad en el cuidado del hogar, lo que sigue generando disfunciones fundamentales en las formas de inserción laboral de las mujeres: precariedad, historias laborales alteradas, problemas de segregación y fenómenos como el techo de cristal o el suelo pegajoso, que marcan hoy a la mayoría de las trayectorias laborales femeninas en España y cuya solución a futuro no parece ser tampoco muy probable.

Este fenómeno también se refleja en la universidad, ya que «las mujeres parten siendo mayoría en la universidad, pero son progresivamente adelantadas por sus compañeros, hasta que finalizan siendo una minoría invisible en las categorías más altas»[4]​ El personal docente e investigador de las universidades públicas españolas solamente un 39,6 % estaba compuesto por mujeres, agrupándose en su mayoría en los puestos de titulares y profesoras asociadas.

Visualización del suelo pegajoso y techo de cristal en tres ámbitos/sectores tipo. Fuente: Fleta-Asín & Pan (2017)