Trata así un tema que ya había sido presentado por León XIII en Providentissimus Deus, y que sería más tarde motivo de la encíclica Divino afflante Spiritu, por Pío XII.
Las primeras palabras de la encíclica anuncian ya su contenido La encíclica centra enseguida su objetivo, al presentar a San Jerónimo como el “Doctor Máximo concedido por Dios en la interpretación de las Sagradas Escrituras”, del que próximamente se celebraría el XV centenario.
Pero en la interpretación de la Providentíssimus Deus se han introducido distintos errores que Benedicto XV señala en esta encíclica.
El papa tras recoger textualmente algunos de esos textos, resalta la ventaja que supone la lectura de la Biblia para todos los fieles y especialmente para los clérigos, dirigiéndose a los obispos y ordinarios en la encíclica se les como deben empeñarse en que los sacerdotes sigan este consejo.
Así mismo la Sagrada Escritura debe ser utilizada habitualmente en la predicación, pues de ella recibirá su fuerza y vigor.