Providentissimus Deus

Con la encíclica Providentissimus Deus, el papa impulsaba los estudios escriturísticos, al mismo tiempo que proporcionaba las orientaciones necesarias para salvaguardar la fe católica.Como una aplicación de esa encíclica, en 1897 por la Constitución Apostólica Officiorum ac munerum[6]​ estableció las normas para la edición y traducción de los textos sagrados; y en 1902, instituyó la Pontificia Comisión Bíblica, que debía adaptar los estudios bíblicos católicos a la erudición moderna y proteger las Escrituras contra los ataques ajenos a la fe.Tras recordar que la revelación se contiene en la tradición y en la sagrada escritura, pasa a tratar con amplitud de esta última, que es el tema de la encíclica.Estas dificultades exigen cuidar especialmente la formación en los seminarios, eligir prudentemente a los profesores; y seguir en la enseñanza un método que tenga en cuenta la amplitud de estos estudios, de modo que se proporcione a los futuros sacerdotes las bases necesarias para su tarea pastoral.En este sentido afirma[b]​ Ante los pasajes difíciles, que podrían hacer dudar de sus verdad, recuerda el principio formulado por San Agustín.