Representan los vestigios de dos grandes puertos comerciales donde, entre los siglos IX y XVI, se cambiaba el oro y el hierro de Zimbabue, los esclavos y el marfil de toda el África Oriental, por tejidos, porcelanas, joyas y especias de Asia.
Las ruinas presentes sobre la isla son aquellas del puerto admirado por los primeros exploradores que llegaron a este lugar del mundo.
Entre el siglo XIII y el XVI los mercaderes de la isla traficaron con oro, plata, perlas, objetos persas y porcelanas chinas de la dinastía Song.
La mayor parte de las rutas comerciales que cruzaban el Océano Índico pasaban por la isla.
Para resolver estos problemas se ha llevado a cabo un serio programa de conservación en el que participaron incluso los gobiernos francés y japonés.