Sobre el cielo

A veces Aristóteles parece considerarlos como seres vivos con un alma racional como su forma (véase también Metafísica, XII).

También existe un trabajo espurio en el corpus aristotélico cosmológico titulado Del universo.

La consideración sobre el cuerpo (σῶμα) comienza por una definición de "continuo" como lo que se puede dividir siempre en partes a su vez divisibles, para señalar luego que el cuerpo es aquello "divisible por todos lados", esto es, aquello definido por tres dimensiones (entendidas como cantidades continuas divisibles), mientras que la superficie está constituida por dos, y la longitud por una.

No obstante, observa que teniendo en cuenta que todo cuerpo está en contacto con otro cuerpo, puede ser considerado como integrante de una multiplicidad, y por ende se le puede atribuir una perfección solo relativa.

El todo al que pertenecen los cuerpos en cuanto partes, en cambio, es completamente perfecto.

Y si fuera agua o tierra, su movimiento contrario sería solo el ascendente.

Es decir, teniendo en cuenta los cuerpos simples conocidos, es imposible que a estos se les atribuya el movimiento circular forzado.

Por lo tanto, debe haber un cuerpo simple cuyo movimiento natural sea el circular.

[5]​ Avanzando a partir de las consideraciones precedentes, Aristóteles define provisionalmente lo pesado o grave (βαρύς) como lo que se acerca al centro, y lo liviano o leve (κοῦφος) como lo que tiende a alejarse del centro.

El elemento dotado de movimiento circular no es ni pesado ni liviano: aceptar esto implicaría que puede tener un movimiento rectilíneo (ascendente o descendente), natural o antinatural.

También coincide con el resultado de innumerables observaciones del cielo a lo largo de muchísimo tiempo, que han mostrado que siempre se comporta de la misma manera, por lo que este elemento o región superior ha sido llamado Éter (αἰθήρ) pues se mueve eternamente (ἀεί, "siempre" y θεῖν, "correr").

[8]​[9]​[10]​ El primer argumento está formulado elípticamente, por lo que cabe interpretarlo de diferentes maneras.

[14]​ El capítulo VIII contiene la prueba de la unicidad o singularidad del cosmos (276b4-21).

[18]​ Es natural que las partículas de tierra del otro mundo se desplacen hacia este centro, y también que se desplace hacia esta extremidad el fuego de allá.

Pero esto es imposible: pues si así ocurriera, necesariamente se desplazaría hacia arriba la tierra en su propio mundo.

Se contemplan aquí dos principios básicos de la dinámica, uno por el que la velocidad de caída es directamente proporcional al peso, y otro por el que dicha velocidad es directamente proporcional a la distancia recorrida en dirección al lugar natural.

Al ser tres los elementos corpóreos, tres serán los lugares de cada uno: debajo, en torno al centro; el extremo, que se desplaza en círculo; y el que se halla entre estos dos.

La envoltura u orbe más externa del mundo (donde se hallan las estrellas fijas); 2.

Ni hay vacío (κενόν), porque aun cuando por definición en el vacío no hay, actualmente, cuerpo alguno, es posible, sin embargo, que el mismo pueda ser ocupado por un cuerpo, y se ha visto que, con respecto a un hipotético más allá del universo, tal posibilidad no existe.

Ni hay tiempo (χρόνος), por último, porque éste, conforme la definición aristotélica formulada en el libro IV de la Física, es el “número del movimiento según lo anterior y lo posterior” (ἀρισμóς κινήσεως κατά τὸ πρòτερον καὶ ὕστερον, 219b2).

[27]​ Se concluye, para finalizar este noveno capítulo, con la perfección de los cuerpos del cielo, cuyo movimiento perfecto, que debido a su naturaleza circular, es incesante.

Luego todos los cuerpos que están en contacto y contiguos con éstos también serán esféricos.

[39]​ La Tierra estaría inmóvil en el centro del universo mientras que los astros rotan uniformemente alrededor ella más allá de la Luna (mundo supralunar).

Cada esfera es movida por la anterior hasta llegar al primer cielo[43]​ que está más cerca de la perfección por su simplicidad.

Otros sostienen que descansa sobre el agua, siendo la explicación más antigua y defendida por Tales de Mileto.

Todas estas ideas son "refutables" bajo la teoría del movimiento natural de Aristóteles.

Todos estos son movidos por un primer motor que se mueve a sí mismo.

[55]​ Aristóteles llamó leve a lo que se desplaza hacia arriba y los extremos, y grave a lo que se mueve hacia abajo y al centro; en cambio, llama ligereza cuando de dos cosas que tienen peso e igual volumen, una se desplaza más deprisa hacia abajo por naturaleza.

Aristóteles creía que cada elemento tienen un lugar natural en el universo, y cada elemento trataría de alcanzar esa posición. De más arriba a abajo: éter , fuego , aire , agua y tierra .
Ilustración del universo geocéntrico aristotélico en De Caelo , 1519.
Diagrama de Sobre los cielos . Prueba de la forma esférica de la superficie del agua. [ 32 ]
Sombra de la Tierra en la Luna en el eclipse lunar de junio de 2010 .