El elemento aire (en griego ἀήρ, ἀέρος; aér, aéros), junto con el fuego, la tierra y el agua, es uno de los cuatro elementos de las cosmogonías tradicionales en Occidente y Oriente.
El aire se relaciona esencialmente con tres factores: el «hálito vital creador» (simbolizado en la palabra),[nota 1] el «viento de la tempestad», que muchas mitologías vinculan a la idea de creación;[nota 2] y, tercero, el «espacio», como ámbito de movimiento y de producción de procesos vitales.
En el simbolismo elemental se asocian al aire: la luz, el vuelo, la ligereza, el perfume, el olor.
[2] El francés Gaston Bachelard, citando a Nietzsche reescribía que «el aire es una especie de materia superada, adelgazada, como la materia misma de nuestra libertad».
[1] Tomando algunos aspectos iconográficos de la cábala, el cristianismo identifica el elemento aire con el arcángel Rafael y el evangelista San Mateo (con su animal simbólico de aire: el alado).