Su instalación obedece a tres motivos principales: preservar la integridad del aceite del motor, evitar sobrepresiones en el cárter y controlar los gases contaminantes.
Entre estos, los que se acumulan en el cárter son especialmente nocivos debido a la presión interna que generan —la cual podría ocasionar fugas de aceite en juntas y retenes— y su capacidad de contaminar el aceite, haciendo que pierda su propiedades.
Estos deben ser evacuados al mismo tiempo que entran.
Básicamente, la válvula está compuesta por un muelle, un émbolo y los orificios por los que pasan los gases.
En cambio, al revolucionar el motor, el vacío en el colector es menor, el muelle se extiende y el émbolo retrocede, dejando de ese modo paso libre a los gases en dirección al colector de admisión, donde se mezclan con aire fresco.