Su madre deseaba que su segundo hijo, Federico fuera el sucesor, y así Simón se vio obligado a convocar una asamblea de los nobles que confirmasen su sucesión.
Se vio a su vez obligado a reconocer ciertos privilegios feudales y crear los Estados de Lorena, una forma de parlamento.
La guerra duró tres años hasta el tratado de Ribemont, en el que Simón conservaba la mitad meridional, francófona del ducado y Federico cogió la porción septentrional y germanófona.
Al quedarse viuda se casó nuevamente con Teobaldo I conde de Bar.
Simón abdicó y se retiró a un monasterio en 1205.