El Infantado, también llamado Infantazgo, fue una célebre institución real que surgió a mediados del siglo X tanto en el Reino de León como en el Condado de Castilla.
Elvira profesó en este monasterio y fue la primera domina o abadesa hasta que más tarde toda la comunidad se trasladó al monasterio de San Pelayo.
Fue creado para la hija de ambos Urraca García y vinculado al monasterio de San Cosme y San Damián, poniendo a su disposición un rico patrimonio.
Los historiadores han podido comprobar que no en todos los casos era indispensable dicho requisito y en efecto este hecho se corrobora en el Chronicon Compostellanum escrito en el siglo XII cuya documentación revela que no solo las hijas solteras heredaban y regían sobre los señoríos sino también algunas casadas.
En el siglo XV los Reyes Católicos crearon el título nobiliario Ducado del Infantado y se lo otorgaron a Diego Hurtado de Mendoza II Marqués de Santillana en 1475.