Más tarde Silvino combatió al mando del marqués Prati, siendo promovido a teniente.
Tras la derrota y el armisticio del general Salasco, se refugió en Sicilia, emigrando luego a Francia.
Al menos efectivamente lo era Silvino Olivieri, mientras que Mazzini había reelaborado su experiencia carbonaria fundando su asociación "La Joven Italia".
Ambos hermanos partieron hacia América del Sur bajo el ejemplo de José Garibaldi, que había vivido y luchado muchos años en esas latitudes, con directivas precisas de Mazzini para impulsar "La Joven Italia".
La ciudad fue convertida en un bastión inexpugnable, siendo sitiada por tierra y bloqueada por mar por fuerzas confederadas.
Para su organización y conducción fue designado el coronel Silvino Olivieri, quien tuvo que vencer grandes contrariedades para organizarla, entre ellos las maniobras de algunos agentes extranjeros, las intrigas personales y las dificultades naturales de la situación.
Una cuestión siempre preocupante para Olivieri durante todo su desempeño como comandante de la legión fue la disciplina, que había aprendido a mantener férreamente en Italia, y que juzgaba esencial como carta de triunfo militar.
Concedía también como distintivo a todos los legionarios participantes en esa batalla un cordón que pendería del hombro izquierdo y después de rodear el brazo del mismo lado caería sobre el pecho hasta enlazarse en los ojales y botones de la casaca.
Por eso, en octubre de 1855, Silvino Olivieri desembarcaba por segunda vez en Buenos Aires, siendo acogido triunfalmente por la población.
Aquel punto estaba abandonado, siendo que flanqueaba las principales posiciones indígenas en Salinas Grandes y Leubucó, desde una distancia relativamente corta para la época.
El pasaje hasta Bahía Blanca para la tropa y su familia sería por cuenta del gobierno, pero una vez allí no tendría obligación alguna respecto a su manutención.
Tenían obligación de arreglar una calle para rodado desde el poblado hasta el nuevo muelle, construir una casa para depósito de efectos, un cuartel, y levantar dos baterías en los puntos más adecuados del lugar.
En septiembre, en apariencia decidió ejecutar soldados, para lo cual viajó a Bahía Blanca a buscar al capellán de la legión, para que les prestase auxilios espirituales antes de la ejecución.
El 19 de octubre de 1856 fue nombrada en Buenos Aires una comisión interventora, integrada por los tenientes coroneles Ignacio Rivas, José Murature y Juan Susviela, quienes tenían como objetivo dominar el estado en que se encontraba la Legión Agrícola Militar.
Deberían hacer las más prolijas investigaciones para descubrir los autores del motín y someterlos a un Consejo de Guerra verbal; igualmente quedaban facultados para separar todos los elementos indeseables de la Legión.
Un mes después, la comisión determinaba que la Legión continuaría con algunas modificaciones en el primer contrato elevado por Olivieri.
Luego se retiró a Bahía Blanca, acompañado por aquellos que quisieran efectivamente cultivar la tierra.
La indagación posterior sobre responsabilidades llegaría a la conclusión de que la Legión estaba sujeta a fuertes disensiones internas, debido a la presencia de agitadores que centraban sus diferencias en las acusaciones de malos tratos y dolo lanzadas contra su jefe, sus hermanos Fileno y Miguel, y otros oficiales, aunque las mismas no fueron comprobadas apropiadamente.
La causa había pasado a manos del Fiscal Permanente, teniente coronel Nicasio Biedma.