En la mitología griega, Sileno (en griego Σειληνός o Σιληνός) era el padre adoptivo, preceptor y leal compañero de Dioniso, el dios del vino, al tiempo que era descrito como el más viejo, sabio y borracho de sus seguidores (tíaso).
El rey frigio Midas estaba ansioso por aprender de Sileno y capturó al anciano echando licor a una fuente de la que Sileno solía beber ríos.
Cuando cayó dormido, los sirvientes del rey le agarraron y llevaron a su señor.
Se cuenta que Sileno y el rey (que también tenía una gran experiencia con el vino) estuvieron diez días y diez noches de fiesta, tras los cuales el anciano fue devuelto a Dioniso.
El rey pidió entonces el don de transformar en oro todo lo que tocase.
[5] Otros dicen que Sileno fue criado en el monte de Malea, habitaba en Pírrico —el autor lo identifica con Pírrico, uno de los curetes— y su esposa fue una tal Nais o Naíde[6] o Naya.
Traía consigo a sus tres hijos en comitiva, pues Astreo se puso las armas, Marón llegó a continuación y Leneo les seguía hacia el tumulto de la expedición.
[15] Incluso Clemente dice que entre los arcadios el quinto Apolo era hijo de Sileno y se le conocía como Nomio («agreste»).
En el Foro romano hubo una estatua similar, que se conocía como Marsias o Sileno.