Siete tratados es un conjunto de ensayos publicados por el escritor ecuatoriano Juan Montalvo en dos tomos, en 1882 y 1883.De marcado carácter filosófico, fue su obra más famosa, gracias a la cual recibió elogios tanto en América como en Europa.Había sido escrita en su mayor parte entre 1873 y 1875 mientras su autor se encontraba proscrito en Ipiales,[1] ya que durante ese período gobernaba el Ecuador Gabriel García Moreno, enemigo suyo, conocido por reprimir todo intento de oposición.Montalvo inicia este tratado afirmando que, aunque todas las razas humanas tienen grandes diferencias, por lo tanto su origen es único.[5] Menciona que ciertos nobles tuvieron orígenes humildes, como en el caso de Temístocles en Atenas y Camilo en Roma.Luego afirma: "la nobleza tiene, pues, origen noble, como que ha nacido del talento y el valor, prendas de la naturaleza humana".[12] Este tratado, por las metáforas y descripciones que contiene, es quizá el más logrado artísticamente de todos.[14] Así, este tratado fue escrito como defensa a las acusaciones de sus detractores, quienes lo llamaron hereje, anticatólico y anticlerical.[17] A veces en este tratado se refiere a las nuevas corrientes sociales e ideológicas europeas, aunque no las profundiza, como en el siguiente caso: En cuanto al tema del mal clero, lo ataca por simoníaco y afrodisíaco, dando luego un ejemplo de lo que es un "buen cura" con el episodio del cura de Santa Engracia.En ningún otro tratado o escrito se preocupa tanto Montalvo como en éste de reiterar su creencia en Dios y en los mandamientos.En un pasaje se pregunta "Pudieron los antiguos salir airosos en sus comidas y banquetes sin la papa?"[26] Del mismo modo, no deja escapar la oportunidad de polemizar, y nuevamente ataca al clero.[33] Inclusive un país centroamericano (posiblemente El Salvador)[34] llegó a solicitar 400 ejemplares, para distribuir entre todas sus bibliotecas como modelo de bueno lectura.
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Yo sé muy bien que Sócrates ha pasado hasta nosotros tanto por la sabiduría cuanto por la fealdad; pero no se me oculta que ese hombre tan feo es el más bello de los hombres. El espíritu divino, ardiendo en él cual llama dentro de un vaso de hechura tosca, pero de materia noble, le transfigura y presenta a los ojos de los mortales asombrados como Genio superior a los seres que pueblan la tierra.
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