Shangri-La
Shangri-La es el topónimo de un lugar ficticio, descrito en la novela Horizontes perdidos (Lost Horizon), publicada en 1933 por su creador, el británico James Hilton, y adaptada al cine dos veces con el mismo nombre, en 1937 dirigida por Frank Capra y en en 1973 dirigida por Charles Jarrott; el nombre trata de evocar el imaginario exótico de Oriente.En Horizontes perdidos, se describe a Shangri-La como un valle místico y armonioso, guiado dulcemente desde una lamasería (monasterio budista tibetano), enclavado en el extremo occidental de las Montañas Kunlun; las personas que viven en Shangri-La son casi inmortales, viven cientos de años más que el resto de los seres humanos y envejecen muy lentamente.[3] Para entonces se habían publicado siete ediciones por Macmillan y nueve reimpresiones por William Morrow.En general, se considera que el nombre de Shangri-La, como lugar místico del Tíbet, no existía antes de 1933 y que el mito está relacionado con una fantasía del mundo occidental.[13] En una entrevista al New York Times en 1936, Hilton afirmó que usó «material tibetano» del Museo Británico, en particular el diario de viaje de dos sacerdotes franceses, Evariste Regis Huc y Joseph Gabet, para ilustrar la inspiración cultural tibetana y espiritual budista para Shangri-La.Vaill realizó una película basada en su investigación, Finding Shangri-La, que se proyectó en el Festival de Cannes en 2007.