La provincia de Santa Fe corrió solícita a mantener el orden y velar por la integridad del Estado Nacional.
El gobernador Bayo creó la oficina del inspector general de Escuelas, que fue la base para el actual Ministerio de Educación provincial, y aprobó una ley que hizo obligatoria la educación primaria para todos los niños.
Pese a la crisis económica que sacudía al país por ese entonces, Bayo logró incrementar la renta pública, levantar una Casa de Justicia y la torre del Cabildo de Santa Fe.
[1] Entonces el gobernador encarceló al gerente Behn,[2] incautó el oro bajo recibo y ordenó su liquidación.
El hecho provocó que Manuel Quintana, representante legal del Banco de Londres, pidiera al cónsul inglés en Buenos Aires que una cañonera bombardease Rosario si el gobierno de Santa Fe no dejaba sin efecto la intervención del banco.
Bernardo de Irigoyen se expresa: “Debe su existencia exclusivamente a la ley del país que la autoriza: no hay en ella nacionales ni extranjeros, no hay individuos de existencia material.
No son las personas quienes se asocian sino los capitales bajo forma anónima como la palabra lo indica.
En una breve síntesis realizada por el intendente Gabriel Carrasco en 1888, en que narraba por orden cronológico todas las obras de Servando Bayo, resumía en estas breves palabras un concepto de su persona: «Fue honrado, fue justo, fue magnánimo».