[4] Ya en ese momento, las dos centrales sindicales, la anarquista y la socialista UGT, habían decidido acometer las acciones conjuntamente.
Ningún responsable o ejecutor de la matanza tuvo que responder judicialmente por sus actos.
[4] El asesinato de Falcón produjo una nueva oleada represiva[2] que se vio teñida por episodios de violencia antisemita y xenófoba, producidos después del fallo condenatorio; además del saqueo y quema de diversos periódicos, bibliotecas e instituciones socialistas y anarquistas, también instituciones como la Biblioteca Rusa o la Poale Sión.
[4] Las manifestaciones obreras de la época, por su parte, salieron a gritar consignas a favor de Radowitzky, como È morto Ramón Falcón massacratore; evviva Simón Radowitzky vindicatore.
[2] Las manifestaciones contrarias a Radowitsky, en el centenario de la independencia, se coreaba la consigna "¡fuera los rusos!".