Tras superar el mes sin competición, el 14 de abril, la RFEF anunció una propuesta a tratar con todas las federaciones territoriales.
[1] Esta propuesta apostaba por la finalización de la competición y dar efecto a las clasificaciones tal como quedaron en la vigésimo octava jornada; los cuatro primeros clasificados jugarían la promoción de ascenso con el mismo formato pero a partido único, sin público y sede neutral; mientras que los descensos quedarían sin efecto por lo que ningún equipo descendería a Tercera División.
Al término del campeonato, los cuatro equipos que acumulan más puntos en cada grupo juegan la promoción de ascenso.
Esta promoción tiene formato de eliminación directa a doble partido: los primeros clasificados se enfrentan entre sí en emparejamientos que se determinan por sorteo y los dos vencedores ascienden a Segunda División, y además, juegan otra eliminatoria para decidir el campeón de Segunda División B.
Los perdedores se unen al resto de eliminatorias que disputan segundos contra cuartos, y los terceros entre sí.
Tras disputarse tres rondas eliminatorias los dos equipos vencedores ascienden igualmente a Segunda División.
No obstante, otros clubes como el Intercity Sant Joan,[13] el FC Andorra[14] y el Zamora CF[15] sí que abonaron el dinero necesario para optar al ascenso administrativo, aunque el equipo zamorano confundió el número de cuenta bancaria por lo que el ingreso no llegó a tiempo.