En plena época de depresión, surgen tres perdedores agraviados por la vida: por un lado, Johnny Red Pollard, un joven jinete de carreras frustrado y resentido, golpeado duramente por la vida y con un pasado olvidable, cuya carrera va cuesta abajo; por otro Charles Howard, un millonario emprendedor en la industria automotriz arruinado emocionalmente debido a la traumática muerte de su hijo en un accidente automovilístico; y por último Tom Smith, un testarudo vaquero y criador de caballos cuya existencia se desvanece, a quien nadie toma en serio y quien se lleva mejor con los animales que con las personas.
Cuando sus vidas estaban a punto de desintegrarse totalmente, descubren un pequeño grado de esperanza gracias a Seabiscuit, un caballo hambriento y holgazán, postergado desde su nacimiento, demasiado pequeño para correr.
Laura, que monta desde los cinco años, ha llevado su amor por los caballos y su historia al extremo de dedicarse a escribir en revistas como Equus; también ha escrito crónicas sobre las carreras.
El descubrimiento que hizo aquel día de 1996 le llevó a convertirse en un fenómeno editorial sin precedentes.
La respuesta de la crítica fue igualmente abrumadora: más de veinte publicaciones lo eligieron entre los libros del año, entre ellas The New York Times, The Washington Post, Time, People y USA Today.
Cuando comenzó la carrera para hacerse con los derechos del libro, Ross decidió llamar a Laura.
Le dio un toque tan real que nos dejó a todos clavados en el asiento.
Jeff Bridges confiesa tener un interés personal en la historia: “Supe del libro a poco de que se publicara.
Estaba tan excitada porque nuestro abuelo, Fred, iba a las carreras tres o cuatro veces por semana.