Desde joven demostró gran afición a los estudios históricos, coleccionando documentos y obras muy valiosas.
Al año siguiente el Triunvirato lo nombró director general de Vacuna en la ciudad y la campaña.
[4] En 1820, el Cabildo le confirió un asiento perpetuo con voz y voto en sus deliberaciones en gratitud a sus servicios, cargo que ocupó hasta la extinción de ese cuerpo deliberativo en 1821.
El General Urquiza le otorgó una jubilación con sueldo íntegro de acuerdo a su investidura.
Cuando en 1939 se intentó abatir el Pacará de Segurola, situado en su famosa quinta de Caballito sur en la actual esquina de las calles Puán y Baldomero Fernández Moreno (ex Monte) (Parque Chacabuco), el entonces senador de la nación Alfredo L. Palacios abogó por la conservación del histórico árbol, más viejo que la Patria misma y a cuya sombra el deán Segurola aplicaba la vacuna antivariólica en forma gratuita.